Ya no sabía que le causaba más risa de aquella mujer:
si su cara hinchada como resultado del exceso en el uso de químicos o su ropa que siempre parecía salida de una caja de muñecas de plástico blando.
Lo que generaba bronca es que quizás sin saberlo ella se habia convertido en un insulto para el género, un estereotipo que reunía todo lo más degradante del ser femenino y que a su vez, se encontraba insaciable ante la posibilidad de tejer las artimañanas más poderosas... y así, hacer bailar a todos como serpientes, enroscándose en la mugre bajo su encanto.
Una a una se veian caer las racionalidades más inquebrantables, hasta los mejores ejemplares mostraban orgullosos las marcas de sus dientes.
En un juego así, nada tenía porque ser justo o de buen gusto
hasta que un día.......
Hace 3 semanas

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