viernes, 29 de abril de 2011

como te pasan millones de años por al lado

Ella vive en un hotel abandonado, riega plantas muertas y ordena libros por color.
Sabe que cada noche se festeja un banquete, algunas veces con baile incluido, en el salón principal.
Jamás entraría allí sin invitación, sabe que hay mundos que no deberían mezclarse.
Los restos de empapelados que cubren las paredes hablan de un esplendor pasado.
Un saco quedó colgado en el respaldar de una silla y ella no se anima a tocarlo.
Los árboles ya no tienen hojas, el invierno se acerca y esta vez sí que va a ser solitario, ni siquiera los ruidosos pájaros negros se acercan en esa época.
Quizás debería continuar con el ritual.

Ella riega plantas muertas y descansa en una cama rodeada de piedras.
Lo hace
a pesar de sí misma
la elección no participa en el ritual
mecánico, inhumano, estéril

Las piedras la siguen.
La siguen como amores viejos no cerrados.
En movimientos cortos, como si la vida se compusiera de fotogramas pegados uno tras de otro.
Una voz le dijo entresueños que si seguía por ese camino se iba a estrellar, pero otra opción simplemente no se le presentaba.

Comenzó a pensar como la influenciaban las criaturas que la rodeaban en ese pequeño espacio. Como la afectaban los cactus que habían estado allí, desde hacía tanto que ni lo recordaba y que se aferraron a la vida sin hacerle ningún tipo de exigencia. ¿Que le transmitían sus espinas? Con su casi eterna inmutabilidad le hacían concientizar a ella su propio transitar en el tiempo. Ellos estaban siempre idénticos, solo una flor nueva cada año, ella no.


Continuó sin quererlo el eterno ritual. Hasta que un día pensó la recíproca. El viceversa.

Se sintió cada vez más tumor. Más protuberancia. Más masa, más inmóvil. Comenzó a escuchar a los espíritus que siempre la habitaron. Percibió la movilidad de lo aparentemente quieto. Percibió el fluir. Escuchó el eco de los cactus. Meditó durante siglos hasta que comprendió el sentido del ritual.

Por primera vez se hizo conciente de su existir montaña.



Pez y yo

No hay comentarios: